martes, 30 de junio de 2009

Nos dejaron en Junio

¿Qué tienen en común los temas Caramba, Orinoco, con el ritmo de la Onda Nueva y el calipso guayanés? Que todos fueron compuestos, ejecutados, cantados y promovidos por grandiosos músicos venezolanos, que pareciera se pusieron de acuerdo para abandonarnos en junio, para demostrarles a los ángeles, que también son capaces de armar la fiesta en el cielo.

Y para más señas lo hacen en este Mes del Artista Nacional (MAN), celebración que se hace en Venezuela desde el 6 de junio de 1944, gracias a la creación del Sindicato Profesional de Radio y Televisión. Serán recordados por su creación y difusión de la música venezolana. Nos referimos a Otilio Galíndez, el “Pavo” Frank, Néstor Rincón y Cleotilde Billings.

El primero de ellos, Galíndez, nació en Yaritagua el 13 de diciembre de 1935. Años más tarde formó parte del Orfeón Universitario de la UCV, agrupación que interpretó su primera composición, el aguinaldo La restinga. Se dedicó a la composición de música tradicional venezolana y promovió, a través de sus canciones, la vida del venezolano, las mujeres, los niños, el pueblo. Entre sus canciones más conocidas están Flor de Mayo, Luna decembrina, Poncho andino, Pueblos tristes, interpretada varias de ellas por artistas como Soledad Bravo, Simón Díaz, Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Morella Muñoz, Serenata Guayanesa, la Orquesta Sinfónica Venezuela, entre otras agrupaciones y personajes. A principios de esta década, fue este yaracuyano merecedor del primer Premio Nacional de Música Popular, otorgado por el antiguo Consejo Nacional de la Cultura. Se fue al cielo el 13 de junio de 2009, en su residencia en Maracay.

Dos días más tarde, sonó una vez más La Restinga, en una de las capitales más importantes de Venezuela, esta vez al son de gaita, no homenajeándolo, sino llorando la perdida de Néstor “El Negro” Rincón, furrero, fundador y director de la agrupación gaitera Rincón Morales.

Por su parte Rincón Páez, nació el 26 de septiembre de 1933. Formó parte del grupo de Jesús Lozano y sus gaiteros, siendo fundador años más tarde junto a sus hermanos Hernán, Adafel, Randolfo y Homero, además de Francico Morales del conjunto Rincón Morales, agrupación reconocida por ser los creadores de la “gaita romántica”. Como compositor, Enrique Gotera le grabó Chini, Chinita y Rayza Portillo Mi soberana. Se destacó estos últimos años como empresario y director de dicha agrupación gaitera, despidiéndose de la Chinita en la Basílica, al son de Orinoco.

Y del furro “respondón” con su verada suelta, pasamos a las baquetas de una batería y un timbal, que dejaron de sonar el 16 de este mes del año 2009. A su vez Francisco Antonio Hernández Valarín, nació en Villa de Cura, el 26 de septiembre de 1936. Inició su carrera al debutar como baterista en la Orquesta de Manuel Ramos a los 15 años, lugar donde le colocan el apelativo de “Pavo”, título que lo acompañó y recordará por siempre. Formó parte de la Orquesta de Willy Pérez, Chucho Sanoja, Habana Cuban Boys, Pedro José Belisario, del Maestro Luis Alfonso Larrain y la de Aldemaro Romero, músico con el cual formaría la Onda Nueva (el joropo venezolano, pero con la sustitución de instrumentos como el piano y la batería).

Actuó junto a Tito Puente, Damaso Pérez Prado, Chick Corea, Jimmy Smith, entre otros exponentes de la música latina y el jazz. Su último concierto se llevó a cabo en el Teatro Municipal Caracas, con la Orquesta Sinfónica de este municipio, bajo la conducción de Rodolfo Sanglimbeni, el 12 de junio de 2006. Entre sus reconocimientos se encuentran el Mara de Oro, Águila de Oro y fue declarado Patrimonio Viviente por la Alcaldía Libertador. Será recordado por ser el baterista más virtuoso de Venezuela y por haber sido el creador del ritmo de la Onda Nueva.

Cuando parecía que en el cielo tenían armada la orquesta, repentinamente bajan en búsqueda de un integrante más, esta vez una dama que con su calipso supo hacer del Callao el centro de atracción de miles de visitantes. Ella es Cleotilde de Billins, la última “madama”. Fue fundadora junto a Leopoldo Billings de la agrupación Yuruari. Merecedora del “Premio a la canción popular” y del “Sol de oro 1996”, ha llevado consigo la enseñanza de esta tradición que se cultiva en el estado Bolívar. Partió el 25 de junio de 2009.

Al recordar a estos grandes exponentes de la música, estaremos homenajeando su estadía en la tierra, su viaje a la eternidad y la permanencia de su alma en las sonoridades celestiales venezolanas y universales.

“Mis canciones son pedacitos de alegrías por aquí, y pedacitos de tristezas por allá ¿y porque no? de los guayabos también. No tengo necesidad de buscar en libros, ni escuchar una canción para hacer mis versos, en ocasiones hasta me asusto, porque las letras me vienen con música incluida y miro a la Virgen y le pregunto ¿Madre, tu me estas soplando?"

Otilio Galíndez